miércoles, 14 de febrero de 2018

Corazón Valiente




Pobrecito míralo, es apenas un cachorro. Cómo alguien tiene el corazón para dejarlo ahí. Debe tener frío, debe tener hambre. – Vamos Elisse, llegaremos tarde a la obra, no podemos hacer nada por él.

Así pasaron los días y las semanas repitiéndose la misma historia una y otra y otra vez, todos lo veían pero nadie hacía nada por él. Sabrá Dios cómo sobrevivió sus primeras semanas de vida, de donde habrá tomado fuerzas para poder sobrevivir tantos días.

Todos me miran, pero no saben que no es hambre de comida lo que siento, un abrazo bastaría para calmar los fríos de la madrugada, hoy parece ser un día difícil, creo que lloverá dijo Tomás para sí.
Tomás había nacido sin hogar, no era precisamente un cachorro enorme y fuerte, pero quizás sea el cachorro más valiente del que se sepa hasta ahora. – No es fácil tratar de sobrevivir sin comida y sin techo pero se puede sobrevivir, a lo que no se puede sobrevivir es a una vida sin amor; todos necesitamos un poquito de amor alguna vez.

Una vez una niña se le escapó de sus brazos a su mamá y me vino a dar un poco de pan, cuando me lo dio, puso su manita en mi cabeza y me hizo sentir de inmediato que todo iba a estar bien, que lindo sería poder tener un humano así. Un humano que me quiera, que me toque la cabecita cada vez que me da de comer, un humano que me haga mover la cola de alegría y que me provoque lanzar un ladrido de amor al verle. Existirá un humano así? Todos se ven tan fríos, tan preocupados por si mismos.

Tomás no sabía que pronto iba a conocer al ser humano más lindo de todos y que en su hogar encontraría más humanos bondadosos y llenos de amor para dar. Poco faltaba para que las fuerzas del cachorro llegaran a desvanecerse, cuando de pronto una luz cegó la vista de Tomás; era ella. La chica del cabello largo, en la miró como reconociéndola de una vida pasada, ella lo tomó entre sus brazos y él sintió que la vida tenía sentido, que el amor existía que la hiel de la madrugada desaparecería para siempre. Ya no habría maltrato, ya no habrían de callar su voz clamando un poco de amor.

He encontrado un humano maravilloso, tengo al fin un hogar, sé al fin lo que se siente ser amado, y tengo hermanos y tengo más humanos que me aman y muevo mi cola de alegría al verlos.
Tomás creció y sigue sin ser el más grande y fuerte de todos los perros, pero nunca dejará de ser el más valiente.

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