sábado, 17 de febrero de 2018

Curándome en salud

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“A los trece [parece que fue ayer] el rey Melchor se lo hizo bien conmigo y me llevo, por fin, al que sería mi colegio. Aquel adolescente ensimismado que era yo, con espinillas y complejos, en lugar de matarme con la física y química, mataba las horas soñando y escribiendo, en un cuaderno a rayas, versos llenos de odio contra el mundo y los espejos. El mundo, lejos de sentirse aludido, seguía girando [que es lo suyo], desdeñoso, sin importarle un carajo mi existencia. Y los espejos, malditos, en vez de consolarme con mentiras más o menos piadosas, me sostenían cruelmente la mirada. Vivía en un sitio que se llamaba Aserrí. Algunas noches, mientras mis padres dormían, me daban las diez y las once y las doce y la una practicando con entusiasmo, con mi dañada voz, los acordes de Porque es tan cruel el amor, o iniciándome en el furtivo y noble arte de la masturbación, o suspirando por mi compañera, una rubia de ojos de gata que suspiraba por un idiota moreno que vivía al lado, y jugaba a ser su novio. Sólo se me ocurrían tres maneras de atraer su atención: triunfar en el estudio, atracar un banco o suicidarme. Lo malo es que las tres exigían una sobredosis de valor que yo [¡ay de mí!] no poseía. Yo poseía mi cuaderno a rayas cada vez más lleno de rimas contra el mundo, mi voz, cada vez más desafinada… Y un plano del paraíso, que resultó ser falso. Y la vida, previsible y turbia, como una tarde de lluvia en blanco y negro. Pero en la pantalla del Cine Capri, cuando no daban una de romanos, el pobre de Forrest Gump era perseguido terriblemente y yo la perseguía terriblemente a ella y era domingo, y no había clase, y los niños soñábamos despiertos y en pantallas a color con pájaros que volaban y se comían el mundo. Y el mundo quería comerse los pájaros que anidaban en mi cabeza… pongamos que se llamaba Catalina.

Así que un día me subí, sin boleta de vuelta, al vagón de tercera de uno de aquellos sucios trenes que iban hacia lo mundano, me apeé en la estación del olvido y aprendí que las malas compañías no son tan malas y que se puede crecer al revés de los adultos; y
supe, al fin, a qué saben los cumplidos y los besos y el alcohol y la goma y el humo y la ceniza, y lo que queda después de los cumplidos y los besos y el alcohol y la goma y el humo y la ceniza. Tal vez por eso mis pensamientos quieren ser un mapamundi del deseo, un inventario de la duda, siete crisantemos con espinas.

Y cuando las cartas vienen malas y amenaza tormenta y los dioses se ponen intratables y los hoteles no son dulces y todas las calles se llaman Melancolía, todavía fantaseo con no haber hablado con Melchor o con jugar a las bolinchas o con probar mi suerte a la ruleta rusa, pero ahora, en lugar de tirarme en un Banco de espontáneo, o de escribirle una carta póstuma a mi mama, o de ahorrar para una 45 especial, me robo la canción de las noches perdidas, para vengarme de tantas tardes de lluvia en blanco y negro, de tantos hombres de traje gris, de tantas rubias de ojos de gata que se van con idiotas morenos y con auto, de tantas bocas adorables que nunca fueron mías, que nunca serán mías.

Aquellas espinillas trajeron estas cicatrices y aquellos cuernos que nunca toreé me cosieron a cornadas el alma Pero no me quejo; tengo amigos y memoria y risas y trenes y bares y una salud de hierro y un puñado de maldiciones recién salidas del horno que me tienen (déjenme que les cuente) orgulloso como un padre primerizo que babea. Y, de cuando en cuando, una rubia me tira un beso, desde el parque, aprovechando un despiste de su novio; ese idiota moreno que piensa en su automóvil. Y claro, aún hoy la vida sigue carcajeándose, claro, en menor grado, de mi estupidez, y aun cuando el plano de mi espejo muestra un nuevo rostro, y ya no tengo que mendigar atención, y ya las mujeres sueñan, con que sueño con ellas, y me llaman; caigo en la cuenta, que de nada sirve atracar en otros puertos mi velero...o colgar en otros cuartos mi sombrero, si se está confinado, a vivir cien años de soledad....

¿Que a qué viene todo esto? Pues a que anochece y está lloviendo y los periódicos hablan de elecciones y yo no sabía cómo hablarte de esta boca; que desde ahora y para siempre, es más tuya, ya que mía.”

3 comentarios:

Te Pido Perdón Viejo Amigo

Amigo mío, que siempre estuviste ahí esperando, rogando al cielo por que te ayudara, perdóname, por que no es sino hasta hoy que logro en...

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